martes, 26 de octubre de 2010

Abstractos de otoño / La belleza del cardo


Reconozco que para mí, una de las grandes ventajas de la blogosfera, es que me sirve de "ventana de desconexión". Me explico: cuando estás hart@, saturad@...- hasta la peineta, qué diría una amiga- de escribir noticias, artículos, reportajes... con un estilo informativo o literario, más o menos cuidado, y sobre temas muy muy concretos, de vez en cuando, te apetece contar lo que sientes, lo que ves, o lo que oyes, sin rodeos ni medias tintas, con un lenguaje más cercano al oral que al escrito...  Eso es lo que hago, o intento hacer, más bien, en el blog.

Si unimos lo anterior a mi afición por "echarme al monte", no como las cabras, sino cámara en ristre... la cosa empieza a adquirir cierto grado de peligrosidad... Sí, amigos, en el monte, con tiempo y una cámara en la mano soy altamente peligrosa, ¿por qué? Porque me detengo a fotografiar todo tipo de detalles y nimiedades: hojas, bichos, escaramujos... que, en un determinado momento, captan mi atención y me llevan a reflexiones absurdas, que luego, además, me empeño en compartir con vosotr@s, pobres sufridores!!!, vía blog. 



Así, en uno de mis últimos paseos, entre escaramujos, ocres y hojarasca... fotografiando abstractos, me vino a la mente de repente la conocida frase, que, sin duda, habréis oido o pronunciado alguna vez de: "es más fe@ que un cardo borriquero!!!". Y no puede evitar preguntarme internamente...- aún no he llegado al extremo de hablar yo sola en mitad del monte..., todo se andará-, ¿quién narices inventó la frase?? ¿quién fue el lumbreras que tuvo la brillante ocurrencia??

Os confieso que me entró tal desazón, que hasta he llegado a consultar sin éxito a San Google, -patrón de los desesperados y de aquellos que, como yo, se hacen preguntas un tanto peregrinas-, por ver si averiguaba el origen de la citada y usada expresión... Ni por esas, ni siquiera San Google tenía una respuesta... 

Lo que sí me quedó claro después de ver unas cuantas fotografías,  -de esas que todos compartimos en red-, es que el padre de la comparación no había visto un cardo en su vida... o eso o que, como bien señala otro dicho popular, "para gustos se hiciero los colores". Teniendo en cuenta y respetando este último apunte, me he propuesto con esta entrada reivindicar la belleza del cardo.


Yo le he pillado despeinado, desmochado, trasnochado y sin maquillar y aún así, en pleno otoño, exento de flores y de color, me sigue pareciendo hermoso. Sencillo, pero hermoso. Así pues, amigos, personalmente, me comprometo a no utlilizar jamás la expresión. Es más, me sentiré alagada e incluso honrada, si algún ex novio despechado, amigo enfadado o jefe renegado, al acordarse de mi, me compara con un cardo borriquero... y es que, siguiendo la tónica general del post, "quien no se consuela es porque no quiere"  o porque no le dejan... -añado y concluyo-.

domingo, 24 de octubre de 2010

Retratos de antaño: Huebra de otoño


Vista de la iglesia de Foldada, al atardecer, desde el monte

Hoy las campanas han dejado de sonar. El ruido de coches, fábricas, tractores, bares, sirenas, discotecas... las ha dejado mudas o no... Quizá, sólo quizá, somos nosotros quienes nos hemos quedado sordos... Quienes no sabemos escuchar. Antaño las campanas servían en pueblos y ciudades para dar aviso de la proximidad de una tormenta, para llamar a incendio o a huebra, para informar del nacimiento de un niño o de una niña, para llorar a un muerto... 

Por eso, el retrato de hoy, comienza con el tañer de una campana.


Campanario de la iglesia de Foldada

Tam, tam, tam. Corría el mes de octubre. Apenas eran las siete de la mañana. En lo alto del campanario, el sacristán, siguiendo las instrucciones del alguacil, tocaba a huebra. En casa, la Tía Paca daba la última vuelta a la segunda tortilla de patata, hecha con seis huevos, de aquella mañana. "Justo a tiempo", pensó al oír la llamada. 

Extendió un paño sobre la mesa, colocó sobre él un trozo de papel de estraza y dispuso allí la primera tortilla. Otro trozo de papel y, rematando, la segunda tortilla. Cogió las cuatro esquinas del paño, las anudó a modo de serillo, y lo colocó en una cesta de mimbre, junto a un tarrito con el primer dulce de membrillo del año, un pan, y medio queso de oveja. 

Se colocó el pañuelo negro sobre la cabeza, agarró la cesta y marchó a hacia la plaza. La Tía Paca, era la única mujer que acudía a todas las huebras. A diferencia de las demás, ella no tenía que pagar la cuota, por ir en sustitución del marido. Bastante desgracia tenía ya. Junto al carro, tirado por dos bueyes, una decena de hombres provistos de hachas, serruchos y botas de vino y dos o tres mujeres que, como la Tía Paca, iban cargadas con cestas o serillos. Todos habían acudido a la llamada de la huebra de octubre. Tocaba aprovisionar las casas de leña para el invierno. Dejaron las herramientas y la comida en el carro y a pie, poco a poco, en lo que el sol se desperazaba tras las cumbres, llegaron al monte. 


El trabajo estaba bien distribuido, los hombres se encargaron de cortar la leña y desbrozar el monte y, mientras, las mujeres fueron apilando los troncos y las ramas, formando haces o gavillas. Así, hasta la hora del almuerzo, en torno a las doce del mediodía. Siempre había alguien que daba la voz de alarma, "hala, se acabó por hoy, a comer, que ya es hora" - o algo similar-. Tiraron una manta, o un par de ellas, sobre la hierba y allí se tumbaron todos, alrededor de las viandas: tortillas, queso, chorizo, tocino e incluso una caldereta de cordero, buen vino y de postre: pastas, membrillo y dulce de leche. 

Concluido el trabajo, bajaron los haces y las gavillas hasta el carro y retornaron al pueblo cantando. Ya por la tarde, efectuaron el sorteo de los lotes. La Tía Paca, por ser mujer y sola, siempre se conformaba con el más pequeño. A ella, le era suficiente para pasar el invierno. 


Uno de los vecinos, Toño, hace unos días, junto al pilero de leña, recién cortada


Nota: Octubre sigue siendo en Foldada, el mes de preparación del invierno, quien más, quien menos, busca llenar la panera de leña. Ya no se convoca a huebra, aunque esta fórmula sigue utilizándose, ya sin toque de campana, al menos una vez al año, para limpiar pilones y desbrozar cunetas. Por cierto, que aquí también hablan de la huebra y es, precisamente, la foto de Piedad, la que ha inspirado este "retrato". ;-)

jueves, 21 de octubre de 2010

El Rincón de Tais: El roblón


Últimamente ando un poco "liadilla" y tengo algo descuidada la blogosfera. Además, creo que las musas me han abandonado. Por suerte, Tais ha decidido recuperar su rinconcito y continuar con sus relatos. Hoy nos ofrece un paseo literario hasta el roblón. Las fotos las hemos hecho esta misma tarde Carlos y una servidora (C+C). Qué lo disfrutéis!!! Ah! y si queréis ver alguna imagen más, podéis pinchar aquí.


Rocío, una de los jóvenes  del pueblo, se encontraba dando un paseo a sus perros por los caminos próximos. De cuando en cuando tenía que llamar a sus chuchos para que no corrieran al oír los ladridos de los corzos, tan sólo esto la devolvía a la realidad, pues no hacía otra cosa que dar vueltas al extraño suceso del campanario. Ya había pasado una semana y no había vuelto a haber indicios de aquella sombra. Era principio  de otoño y el monte comenzaba a transformarse con colores cálidos antes de que el invierno lo alcanzara. Los robles ya estaban tirando la bellota y las hojas se habían vuelto entre amarillo, y las hojas del campanario eran verdes…Además los pétalos de rosa eran de rosa silvestre y ese arbusto floraba en junio ¿Cómo había llegado allí aquello?



Aunque lo parezca, no es el bosque, son las ramas del viejo roble


Decidió internarse en el monte, el sol de la tarde se colaba por las ramas de los árboles resaltando los colores de los espinos, con sus últimos frutos enganchados aún a sus ramas, el suelo cubierto de bellotas y hojas de dónde se veían sobresalir setas producidas por las lluvias del otoño y el calor del suelo. Aquel paisaje resultaba cuando menos exuberante, había abundancia de comida y de belleza, el agua volvía a correr por los arroyos y los animales aprovechaban antes de que el invierno se presentase con todo su rigor. En su caminata llegó al “roblón” un inmenso roble que vigila el pueblo desde una orilla lo vio nacer y  crecer hasta hoy. 



Años ha fueron setas adheridas al tronco, ahora forman parte de él, son "verrugas" tan duras como la madera del roble

Hace mucho tiempo, los vecinos del pueblo lo desmocharon, para que no siguiera creciendo a lo alto; ahora su tronco es perfecto, se necesitarían tres personas para abarcarlo y en su mocha bien se podría colocar una mesa con sus cuatro sillas. Es increíble, un “gran tesoro” del pueblo y que sólo unos pocos conocen, estos privilegiados no pueden evitar sentirse orgullosos de él, como ser partícipe de una antigua historia casi olvidada pero viva. Con su bastón alcanzó la parte superior del árbol y arrastró la broza que encontró, para su sorpresa cayeron pétalos de rosas ya marchitas y hojas de roble secas, lo mismo que el campanario. ¿Qué estaba pasando? Miró a su alrededor pero no descubrió nada. Las hojas de roble era lógico  pero los pétalos tenían menos sentido. Estaba empezando a anochecer así qué volvió al pueblo y fue a contar lo que había visto a sus compañeros.


Texto: Tais / Fotos: C+C

domingo, 17 de octubre de 2010

Luz de otoño, luz de domingo


Sí, seguro que el título os ha recordado la película de Garci. Aquella en la que un joven abogado, de nombre Urbano, reflexionaba sobre la luz de domingo, pensaba que era distinta a la de los demás días. Hoy, en pleno otoño, rodeada de campos recién arados, de árboles bicolor, de escaramujos y hierba húmeda... debo darle la razón.




"Conozco bien los caminos
conozco los caminantes
del mar, del fuego, del sueño,
de la tierra, de los aires.
Y te conozco a ti, 
que estás dentro de mi sangre"
Miguel Hernández

domingo, 10 de octubre de 2010

Costa Rica: pura vida


El destino soñado y deseado era Perú. Al final, a última hora -tres días después de la boda-, una vez en la agencia, fruto -supongo- de un cruce de cables, acabamos en Costa Rica. Era la primera vez que cruzaba el charco. Mi primer gran viaje. Y al margen del agotamiento de las 11 horas de vuelo, de los retrasos de Iberia, del huracán Matthew, de los mosquitos, de los diez días sin pan crujiente, de los caminos bacheados y otros tantos percances, no me arrepiento. Nos quedamos sin ver el Machu Picchu, la Montaña Vieja de los Incas, - otra vez será, espero-. Aún así, mereció la pena porque, como dicen los tic@s, Costa Rica, su país, su hogar es PURA VIDA.

Estas dos sencillas palabras "Pura" y "Vida" son para los costarricenses lema, saludo y esencia. Personalmente, comprobé que, además, en este Paraíso, se cumplen. Prometí  volver. Mientras tanto me quedo con la amabilidad y afectuosidad sin límites de los tic@s; con su sonrisa eterna e imborrable; con su regalar en vez de dar, sin pedir ni recibir nada a cambio; con su sencillez y cercanía...

Me quedo con la luna llena en la playa de Tortuguero y con la suerte de haber podido asistir al desove de la tortuga verde; con el sabor de una Imperial compartida en el Club de la Culebra; con los amaneceres frente al Volcán Arenal; con la calidez de las aguas de Tabacón; con los paseos, sin salir del sendero, en mitad de la jungla; con el dormir con las zapatillas puestas, por si hay que salir corriendo; con la terapia de choque que supone convivir con arañas del tamaño de la palma de mi mano; con el aleteo de los colibris en Monteverde; con la sensación de haber volado como un pájaro; con la satisfacción de haber hecho nuevos AMIG@S... en definitiva y lo dicho, ¡Pura vida y pura aventura! que ahora, comparto con vosotr@s ;-)



Nota: Las fotografías son de Carlos, la música es reggae tico "I love" de Baby Rasta Band y el montaje es mío, es el primero que hago con este programa, así pues espero disculpéis los fallos. ;-)

viernes, 8 de octubre de 2010

8 de octubre: Día de la convivencia en la blogosfera


Cuando llegué a este pequeño rincón de la Montaña Palentina, de apenas 12 habitantes, duros inviernos, con teléfonos de track, sin conexión de móvil y mucho menos de internet, alguien me dijo que lo fundamental para sobrevivir aquí era "aprender a vivir con uno mismo". Puede parecer que vivir en soledad es lo contrario de convivir. No es cierto. Llevo ya tres años en Foldada. Creo que he superado la prueba. Ahora entiendo plenamente el significado de aquellas palabras.

A lo largo de este tiempo, en mis muchos ratos de soledad, he aprendido a "convivir" con mis defectos y mis virtudes; con mis despistes y mis momentos creativos; con mis alegrías y mis cabreos monumentales; con mi inquietud y mi pasotismo; con mis deseos y con mis dudas...  Sí, amigos, he aprendido o, más bien, voy aprendiendo poco a poco,  a quererme, a soportarme tal como soy, sin dobleces, ni medias tintas, sin peros ni condiciones...

Y, eso, es lo que procuro transmitir en mi "convivencia" con los demás, porque, al fin y al cabo "convivir" es compartir, respetar, escuchar... Convivir es saber pedir perdón, aceptar errores, diferencias... La convivencia es la esencia de la amistad, del amor, de la solidaridad, de la vida...

Llegué hace poco más de medio año aquí, a la blogosfera, al cibermundo, creé mi pequeño rinconcito en el ciberespacio y me dispuse a experimentar otra nueva forma de "convivencia", basada en las mismas pautas y con el aliciente de lo "desconocido". Y aquí estoy, dispuesta a seguir compartiendo, a seguir conviviendo y a seguir aprendiendo ;-)


Nota: Con este post quiero sumarme al "Día de la convivencia en la blogosfera". Iniciativa promovida por Senovilla y Ángel, de la que tomé conciencia gracias a Arena. El corto, titulado Capicúa, lo descubrí hace unos días, gracias a una amiga y, hoy, precisamente en este día, me apetecía compartirlo con vosotr@s.

viernes, 1 de octubre de 2010

Otoño en la Montaña Palentina, la berrea


Cada estación, cada mes, tiene su encanto en la Montaña Palentina. Otoño es mágico por muchos motivos, por los tonos ocres, por el olor a tierra húmeda y, sobre todo, por los sonidos. Hay uno inconfundible, bronco y estremecedor, el de la berrea.

Os confieso que aún no he podido vivirla de cerca, pero sí la he sentido. En gran parte, gracias a mi amigo, ya conocido y ampliamente mencionado en este blog, Ricardo Fernández. Él ha querido compartir conmigo y con todos vosotros, estas imágenes, tomadas hace unos días en Resoba, Vidrieros, Triollo y Camporredondo de Alba, en el corazón de la Montaña Palentina.


Creo que las fotografías, hablan por sí mismas, pero como el verdadero encanto de la berrea es el sonido, os dejo también un vídeo grabado por Ricardo el año pasado, qué lo disfrutéis!!! ;-)


Nota: Aún estoy recuperándome del jet lag de vuelta de Costa Rica, pero en cuanto pueda descargaré las fotos para mostraros nuestro paso por este increíble país, lleno de vida. Ah! y este fin de semana, poco a poco, me iré poniendo al día con vuestros ciberrincones. Os he echado muuuuuuuucho de menos!!! ;-)

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