A sus ochentay la Tia Paca era la mujer más vieja de un pueblo, en el que apenas quedaban jóvenes. De moza fue guapa, quizá, la más bonita. El tiempo y los disgustos surcaron su rostro de arrugas y cubrieron de canas su pelo negro azabache. Sus ojos, dejaban entrever un alma rota, por haber parido un hijo muerto, que le secó el vientre, por haber perdido a su marido en la guerra, por haber pasado hambre... Sus manos, duras, encallecidas por el trabajo. Su cuerpo antes esbelto, se veía ahora recogido y enjuto. Pese a todo, la Tía Paca, se ganó con creces el respeto de sus vecinos. Siempre fue mujer cabal y honesta.
Dobló en pico el pañuelo marrón con ribete negro, salpicado de florecillas azules, se lo colocó sobre el pelo recogido en un moño y lo anudó bajo la barbilla. Se echó la mañanita de lana granate acabada en flecos sobre los hombros, tapando la blusa azul marino. Planchó con las manos el mandil negro surcado de cuadraditos blancos y se recolocó la falda marrón estirándola un poco bajo las rodillas. Cambió las zapatillas rojas de andar por casa, por las negras de paseo.
Puso la pastilla de jabón de manteca y sosa sobre el balde verde de la ropa sucia y se lo colocó bajo el brazo. Agarró el bastón con la otra mano y salió decidida a la calle. Nunca aceptaba ayuda, "mientras yo me valga, buena gana de deber favores", pensaba. Hacía años que todas las casas del pueblo, menos la suya, contaban con una lavadora. A la Tía Paca, no le hacía falta aquella máquina, "total, pá qué, yo froto y quito bien las manchas, la máquina marea la ropa, no más".
Se hincó de rodillas junto a la primera pila del lavadero, apoyó el bastón contra el cemento, y dejó el balde en el suelo. Cogió la primera blusa la empapó bien en el agua, la restregó de jabón y comenzó a frotar, con fuerza, arriba y abajo, de un modo casi mecánico, el de quien ya está acostumbrado. Mientras se peleaba con las manchas venían a su mente imágenes de un tiempo, en el que llegaban a juntarse hasta diez mujeres en el lavadero, mozas y casadas.
Aún podía oír las risas, el salpicar del agua, los chismorreos. Porque, sí, para qué engañarse, al lavadero también se iba a cotillear o hablar de los problemas, que quitaban el sueño. "Habéis oído lo de la Luisa, la pequeña del Sebastián, dicen que iba preñá" "Claro, de ahí las prisas de su padre por casarla" "A saber de quién será el crío" "Anda calla, Mercedes, que no estás tú pa hablar muy alto" Y así, entre chismes y cantares, se pasaba el rato.
La Tía Paca, pensaba en estas cosas, mientras restregaba la ropa y, de vez en cuando, aunque sola, cantaba. No le hacía falta compañía, pero, "vete que sube alguna".
Se hincó de rodillas junto a la primera pila del lavadero, apoyó el bastón contra el cemento, y dejó el balde en el suelo. Cogió la primera blusa la empapó bien en el agua, la restregó de jabón y comenzó a frotar, con fuerza, arriba y abajo, de un modo casi mecánico, el de quien ya está acostumbrado. Mientras se peleaba con las manchas venían a su mente imágenes de un tiempo, en el que llegaban a juntarse hasta diez mujeres en el lavadero, mozas y casadas.
Aún podía oír las risas, el salpicar del agua, los chismorreos. Porque, sí, para qué engañarse, al lavadero también se iba a cotillear o hablar de los problemas, que quitaban el sueño. "Habéis oído lo de la Luisa, la pequeña del Sebastián, dicen que iba preñá" "Claro, de ahí las prisas de su padre por casarla" "A saber de quién será el crío" "Anda calla, Mercedes, que no estás tú pa hablar muy alto" Y así, entre chismes y cantares, se pasaba el rato.
La Tía Paca, pensaba en estas cosas, mientras restregaba la ropa y, de vez en cuando, aunque sola, cantaba. No le hacía falta compañía, pero, "vete que sube alguna".
Lavandera soy de cuna
porque así lo quiso Dios
lavandera fue mi madre
lavanderita soy yo
Y aunque el sol salga
y azote el frío
la lavandera siempre en el río
siempre lavando
la lavandera
siempre cantando
jabón le doy a la ropa
jabón y venga jabón
jabón que todo lo aclara
jabón y un buen restregón
me pido primer en hacer un comentario pq cada vez escribes mejor, como engancha esto. te has planteado publicar un libro con historias y fotografías de la zona?
ResponderEliminarjeje, de momento con el blog tengo bastante, pero muchas gracias, guapa. No obstante, si me animo, las fotos las ponéis tú y Carlos, ¿vale? Besotes.;-)
ResponderEliminarCuántas tías Pacas y que clásico lo de "buena gana de deber favores. Genial la foto tras los cristales, parecen darle vueltas a lo de la luisa del sebastián. Me gustó mucho, Carzum. Besos
ResponderEliminarAy, madame, que precioso, si hasta nos deja la cancion! Cómo mima usted el detalle. Me vino el olor de ese viejo jabon de manteca y sosa, y el ambiente del lavadero.
ResponderEliminarEstupendo, madame Carzum! Creo que ha emprendido un magnifico camino.
Buenas noches
Bisous
Gracias, Alma, sí, el personaje es ficticio, como supongo ya habréis imaginado, pero está inspirado en muchas Tías Pacas. Las de la foto, sí, son mi madre, mi abuela y mi suegra, en una típica tertulia de primavera, al solito, en el patio de mi casa, cotilleando o chismorreando, más sonoro aún, eso seguro. Abrazos ;-)
ResponderEliminarUff, gracias, Madame, me abruma y más viniendo de usted, que es una gran contadora de historias. Me alegro de que le haya gustado. Abrazos ;-)
A mi también me ha encantado la foto tras la ventana. Y sí, he reconocido a la tía Paca, la que no va a deber favores, la que la lavadora le marea la ropa, el lavavajillas es un cacharro inútil... etc, etc.
ResponderEliminarMuy bueno, Carzum
Como me has hecho recordar a mi querida y no olvidada suegra, y digo suegra porque siempre así con cariño me dirigía diciéndole suegraza,y ella se reía.
ResponderEliminarTambién se llamaba Paca, y cuando le compré la lavadora lo único que conseguí fue un gran disgusto,la pobre se creía que ya sobraba.
Estos recuerdos reales y no virtuales son muy gratos de saber como se vivía en los pueblos
bonita historia. Un saludo
QUE HISTORIA TAN BONITA, EN MI PUEBLO TAMBIÉN HABÍA LAVANDERAS, PERO ESTA TÍA PACA CREO QUE MERECÍA TU ESCRITO. QUE BELLA GENTE TIENES POR VECINOS, TE ABRAZO CARZUM.
ResponderEliminarAH¡¡, COMÉNTALE A TU CIGÜEÑA QUE MIS COBAYOS TIENEN DOS HIJITOS
Gracias, Xibelius, las fotos, no sé si lo he dicho, pero son de Carlos, como viene siendo habitual. La historia es una excusa para enseñaros el lavadero de Foldada y, ya de paso, un pequeño homenaje a todas las Tías Pacas del mundo. Abrazos ;-)
ResponderEliminarGracias, José, me alegro de que la historia te haya traído gratos recuerdos. Y sí, ya sabes, lo mío son los pueblos. Abrazos ;-)
Anda, qué ilusión, enhorabuena, Abuela!. Mi cigüeña también tiene polluelos, pero aún no hemos averiguado cuántos, porque el nido está muy alto y las ramas del fresno nos impiden verlo bien... Y en este caso, yo no me atrevo a hacer como Tejón. Abrazos ;-)
Acabamos de leerlo Mila y yo juntos, nos ha encantado, que suerte tenemos de que nos cuentes etas cosas en el blog para disfrute de todos, una gozada Carzum, nunca dejes de hacerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Tejón, me alegro de que os haya gustado. He de deciros que a mí me relaja escribir estas cosas... Bueno, a ver si nos vemos pronto y vamos dando forma al encuentro de blogeros. Abrazos ;-)
ResponderEliminarMe ha traido recuerdos de cuando era un mico e ibamos al pueblo de mi madre,pero este lavadero vuestro es todo un lujo.Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Carzum, vengo a devolverte la visita y a agradecerte tus palabras ne mi Blog y mira por donde que ya me he enganchado a tu relato y la tía Paca... reconocible por donde quiera que vayas.
ResponderEliminarNo es un mal lugar para afincarse el norte de Palencia y Foldada... cerquita del embalse.
Un beso y nos seguiremos visitando.
el lio de Abi
Carmen, muy bonito y emotivo el relato; que sabios son nuestros mayores y que bueno es compartir sus vivencias, debemos escucharles y hacer caso de sus muchas experiencias. Me recuerda cuando era pequeño y ayudaba a mi madre a llevar el balde al lavadero y aquel jabón que usaban “el lagarto”, y aquellas charlotadas que se echaban. La foto de la ventana fantástica. Enhorabuena.
ResponderEliminarSí, jeje, gracias Fosi, lo cierto es que está reformado, pero sí es un auténtico lujo. A mi me encanta sentarme un ratuco allí, sin más ;-)
ResponderEliminarGracias por la visita Abi, me alegro de que te haya gustado el relato. Sí, no es mal lugar para vivir éste y, sí, te tengo fichado y te seguiré visitando, cuenta con ello. Abrazos ;-)
Hola, Teo, nos hemos cruzado, a mí también me ha encantado tu ruta por el Pico del Hospital, vaya espíritu tenéis. Me alegro mucho de que te haya gustado el relato y de que te haya traído gratos recuerdos. En mi pueblo no había lavadero o si lo hubo yo no llegué a conocerlo, por eso me gusta tanto el de Foldada. ;-)
ResponderEliminarMe encanta el texto, Carmen, cómo no puede ser de otra manera. Por todo, por la mañanita, por el pañuelo, por las manos, por cómo lo describes.....
ResponderEliminarhaber podido ser agua para esuchar lo que se hablaba, de penas y alegrías, si nos contara.......
Gracias Andrea, sí, yo creo que, salvando las distancias, la Tia Paca se parece un poco a tus Marías. Y, sí, quién hubiera sido el agua. Abrazos ;-)
ResponderEliminarCuando, como en el caso de vuestro pueblo, se tiene este espacio público por excelencia tan bien restaurado, quizá pueda ser escenario de alguna exposición. Yo me dediqué un tiempo a recorrerlos y hacer fotos y era bonito ver como cada uno tenía su personalidad. Y me imaginaba un recorrido de lavadero en lavadero con propuestas artísticas en su interior......
ResponderEliminarPor cierto, creo que el vuestro es uno de los más bonitos....Beso, Andrea.
Jo, Andrea, pues me parece una idea fantástica, todo es proponérselo. Besotes ;-)
ResponderEliminarEn mi pueblo, Alar de Rey, de pequeño iba con mi madre a un arroyón donde las mujeres, a ambas orillas, se arrodillaban sobre una "banca" de madera, sobre la cual frotaban la ropa con jabón de Lagarto. (Supongo que no era muy ecológico, pues el arroyo en cuestión desembocaba en el río Pisuerga, en fín)
ResponderEliminarVaya Marce, ¿y también ibas a lavar? jeje. Bueno aquí, el agua del lavadero viene directamente del manantial del pueblo, lo que no tengo muy claro es dónde va a parar luego, creo que está convenientemente encauzado al sistema de alcantarillado, pero no lo puedo garantizar. Investigaré a ver qué encuentro. ;-)
ResponderEliminarComo nota añadiré que actaulmente el lavadero de Foldada se continua utilizando por vecinas del pueblo. A diario hay gente que lava sus ropas, alfimbras y hasta una de las muchachas de Elisa y angel, cuando viene al pueblo lavaen él.
ResponderEliminarSí, jeje, gracias por el apunte anónimo-Carlos. Besotes ;-)
ResponderEliminarCuantos recuerdos me trae todo esto, haciendo poquitos años que todavía iba con mi abuela a lavar las prendas grandes que no cabían en la lavadora, allí se juntaba con otras vecinas y siempre era un momento de diversión. ¡¡ Que no habré jugado yo con la ropa que las vecinas dejaban secando al sol!! Felicidades Carmen. Muy interesante tu blog!!!
ResponderEliminarRicardo
Muchas gracias por pasarte Ricardo, sí, ciertamente debía ser divertido. En mi pueblo por desgracia no había lavadero o yo no llegué a conocerlo y no he podido disfrutar de esos momentos... Pero bueno, nunca es tarde. Abrazos ;-)
ResponderEliminarQue chulo!!! Hay que ver lo que da de si el lavadero. Puedo decir con orgullo que soy de las pocas menores de 50-60 años que sigue lavando en él por varios motivos, el primero es que la ropa queda bien, evidentemente, y la segunda es el contacto directo con el agua.Me relaja (también por que no es una obligación).
ResponderEliminarMe encanta el blog, a ver si te puedo hacer algo.
Jeje, muchas gracias guapa, me alegra un montón que te hayas animado a participar en esta ciberaventura y me agrada que te haya gustado la entrada. Sí, jeje, Carlos ya puntualizó en los comentarios que tú y Cesárea seguís lavando de vez en cuando en el lavadero, lo cual es fantástico y, sí, debe relajar un montón. Yo de momento, solo me siento a escuchar el agua... la falta de costumbre, pero cualquier día me animo y me subo a lavar yo también. A ver si al final vamos a acabar estableciendo un día de lavadero, como antiguamente, y nos juntamos allí todas. Abrazos ;-)
ResponderEliminarPrecioso relato, la historia sera ficticia pero a mi me ha recordado a mi madre cuando hacia lo mismo que la Tia Paca en el lavadero del pueblo que todavia existe pero que ya nadie usa, ya no quedan tias Pacas y las que qudan tienen lavadora en su hogar pero tu relato me ha emocionado un poco porque refleja aquella realidad de los pueblos sin luz, sin agua corriente y sin carretera, porque yo tambien soy de un pueblo pequeñito donde se vivia asi en mi juventud.
ResponderEliminarSaludos
Gracias José Luis, me alegro de que el relato te haya gustado, realmente, mi idea era esa, rendir un pequeño homenaje a todas las Tías Pacas, que aún quedan o que han pasado por los pequeños pueblos del mundo. Abrazos ;-)
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