Posó sus pies en el suelo de arena de la planta baja. Tomó el candil que había sobre un tocón junto a la escalera. Guiado por la escasa luz del rescoldo de la noche anterior, se acercó hasta la chimenea y lo encendió.
En el puchero de barro, con el culo quemado de tantos guisos, aún quedaban restos de la cena, unas gachas, a base de leche, harina y agua. No tenían muy buen aspecto, así que, Martín cogió un mendrugo de pan duro y lo dejó sobre la basta mesa de madera que ocupaba el centro de la estancia.
A un lado, separada por un pequeño tabique, la vaca Margarita rumiaba ufana la hierba que Martín Padre, le había dejado en el pesebre antes de encerrarse en su taller. Martín Hijo, se acercó a ella, cogió la cubeta de zinc y la banqueta y se sentó a ordeñarla con paciencia. Acarició su lomo y, poco a poco, fue tirando de la ubre, suave pero firmemente. Le encantaba el repiqueteo de la leche templada, recién salida del animal, al chocar contra el metal.
En el puchero de barro, con el culo quemado de tantos guisos, aún quedaban restos de la cena, unas gachas, a base de leche, harina y agua. No tenían muy buen aspecto, así que, Martín cogió un mendrugo de pan duro y lo dejó sobre la basta mesa de madera que ocupaba el centro de la estancia.
A un lado, separada por un pequeño tabique, la vaca Margarita rumiaba ufana la hierba que Martín Padre, le había dejado en el pesebre antes de encerrarse en su taller. Martín Hijo, se acercó a ella, cogió la cubeta de zinc y la banqueta y se sentó a ordeñarla con paciencia. Acarició su lomo y, poco a poco, fue tirando de la ubre, suave pero firmemente. Le encantaba el repiqueteo de la leche templada, recién salida del animal, al chocar contra el metal.
El sonido tiene el encanto de la lluvia al gopear contra el cristal, pero al mismo tiempo es un sonido mucho mas calido.
ResponderEliminarPuede que las gachas no tuvieran muy buen aspecto, pero ese puchero de barro resulta invitador, como si contuviera el sabor de lo autentico, perdido hace ya largo tiempo.
Feliz tarde, madame
Bisous
Me has recordar unos lejanos días donde estuve veraneando concretamente en un pueblecito llamado Pesquera.
ResponderEliminarvivía la lado de una vaquería, y la dueña me llamaba todas las noches para que viese como se ordeñaba,y disfrutar viéndome coger el cubo con pajitas y beber la leche.
Me decía un día te mueres no entiendes que se debe de cocer.
Yo le contestaba esto no está pagado con todo el ororo del mundo
NO IMAGINAS QUERIDA AMIGA, LO FAMILIAR QUE ES PARA MI LA IMAGEN DE ESTE RELATO.
ResponderEliminarHERMOSO, ESA SOLEDAD CAMPIRANA, PROPIA DE LOS RESIGNADOS A LA VIDA QUE LES TOCÓ, LUCHANDO CADA DÍA POR ELLA.
UN ABRAZO CARZUM
Gracias, Madame, sí, ciertamente, el sonido se asemeja bastante al de la lluvia golpeando contra un cristal y, por cierto, es una "música" que me encanta y me embelesa.
ResponderEliminarGracias, Jose, me alegra que la entrada te haya recordado tiempos felices.
Hola, Abuela, sí, yo creo que todos guardamos en un rinconcito de la memoria escenas como ésta.
Me encantan estos pequeños, pero suculentos trocitos de relato. Me quedo siempre con las ganas...de un poquito más.
ResponderEliminarjeje, gracias, Marce, esté espero concluirlo no tardando, al menos la primera parte.;-)
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